La llegada de especies invasoras puede detener el proceso natural dominante de la formación de nuevas especies y desencadenar eventos de extinción masiva, según las conclusiones de una nueva investigación.
El estudio del colapso de la vida marina de la Tierra ocurrido hace entre 378 y 375 millones de años, sugiere que los ecosistemas actuales del planeta, que están sufriendo una fuerte pérdida de biodiversidad, podrían tener un destino similar.
A pesar de que la Tierra ha experimentado cinco grandes extinciones masivas, la crisis medioambiental durante el Período Devónico tardío se diferencia de cualquier otra en la historia del planeta.
El número de extinciones no fue superior a la tasa natural de pérdida de especies, pero surgieron muy pocas nuevas especies, de modo que el resultado neto fue una espectacular caída en el número de especies existentes. "Nos referimos al Devónico tardío como una extinción masiva, pero en realidad fue una crisis de biodiversidad", recalca Alycia Stigall, científica de la Universidad de Ohio.
El número de extinciones no fue superior a la tasa natural de pérdida de especies, pero surgieron muy pocas nuevas especies, de modo que el resultado neto fue una espectacular caída en el número de especies existentes. "Nos referimos al Devónico tardío como una extinción masiva, pero en realidad fue una crisis de biodiversidad", recalca Alycia Stigall, científica de la Universidad de Ohio.
La investigación sugiere que el fenómeno típico por el cual se originan las nuevas especies estuvo ausente durante esa época de la historia de la Tierra, y tal ausencia podría ser el culpable de esa extinción neta masiva. Ese fenómeno que suele ser el motor del surgimiento de nuevas especies se da cuando una población queda dividida geográficamente por un suceso natural de largo plazo, por ejemplo la formación de un nuevo cauce fluvial, o la formación de una cordillera, y las poblaciones resultantes de la división acaban evolucionando por separado hasta ser especies diferentes.
Las nuevas especies también pueden originarse a través de la dispersión, como cuando un subconjunto de una población se traslada a una nueva ubicación geográfica, sometida potencialmente a condiciones ambientales distintas de las imperantes en el lugar de procedencia.
En el Devónico tardío, conforme los niveles del mar subían y los continentes existentes se conectaban para formar otros nuevos, algunas especies tuvieron acceso a territorios que nunca antes habían poblado. Las más fuertes y resistentes de estas especies, capaces de vivir en climas muy distintos y alimentarse de fuentes de comida muy variadas, se volvieron las formas de vida dominantes, barriendo a numerosas especies autóctonas que sólo estaban adaptadas a su entorno local. Las especies invasoras se volvieron tan prolíficas que acapararon casi todos los recursos, lo que hizo muy difícil que pudieran surgir nuevas especies. La biodiversidad, por tanto, cayó en picado, reduciéndose drásticamente el número de especies existentes.
El nuevo estudio no sólo ha servido para conocer mejor el mecanismo de esa gran extinción, sino que también atañe, y mucho, al mundo actual, dada la actual crisis de biodiversidad y el hecho de que la actividad humana ha introducido un gran número de especies invasoras en nuevos ecosistemas.
Especialmente preocupante resulta el hecho de que la tasa de extinción actual supera a la tasa de extinción de antiguas catástrofes, incluyendo la que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años.
Incluso si se logra detener la creciente pérdida de hábitat que sufren las especies autóctonas, la introducción antropogénica de tantas especies invasoras en zonas de todo el planeta, va a implicar un largo tiempo de recuperación para volver al nivel de biodiversidad de unos pocos siglos atrás, porque el impacto de esas especies invasoras ha reducido sustancialmente la tasa de especiación, tal como advierte Stigall.
Tomado de: http://www.amazings.com/
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